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VISTA AEREA

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MOREDA DE ÁLAVA

domingo, 2 de octubre de 2011

EL LEGADO CULTURAL DEJADO A MOREDA POR DON AGUSTÍN GARÍN DE LAZCANO (1710-1773)

El siglo XVIII fue para la iglesia parroquial de Santa María de Moreda el siglo de oro. El templo fue ampliado, sus muros recubiertos con retablos dorados y sus bóvedas policromadas con pinturas murales. Ciento dieciocho mil panes de oro se emplearon en su adorno.
Al frente de todas las obras artísticas estuvo uno de los curas más entusiastas y activos, que jamás haya tenido Moreda, Don Agustín Garín de Lazcano. En el presente año se cumplen trescientos años de su nacimiento.
De casa solariega y familia hidalga
Los Garines de Lazcano se asentaron en Moreda cuando el pueblo aún era una aldea de la villa de Laguardia a principios del siglo XVII. Familia originaria de la casa palacio de los Lazcano, en la villa guipuzcoana del mismo nombre, estuvieron establecidos en las villas navarras de Armañanzas y de Desojo antes de llegar a Moreda.
El origen de los Garines de Lazcano en Moreda tiene sus raices en el mayorazgo fundado en el año 1607 entre Pedro Garín de Lazcano, natural de Armañanzas, y María Fernández de Oyón, nacida en Moreda. Residieron en la casa renacentista, sita enfrente de la portada plateresca de la iglesia parroquial, que posee en la fachada del mediodía los escudos heráldicos de ambas familias.
Los vecinos de Moreda en esta época estaban integrados en dos estamentos sociales: el de los francos infanzones o estado llano y el de los nobles hijosdalgo. Los Garines de Lazcano pertenecieron a este último. Poseian ejecutoria de hidalguía desde el año 1555, obtenida en la corte mayor del reino de Navarra. Ésta les permitía ejercer los oficios más importantes del concejo: alcalde, regidor, procurador, síndico general, mayordomo, etc...
Agustín Garín de Lazcano nació el 3 de septiembre de 1710 en la casa solariega de los Garines de Lazcano, sita en la calle San José, detrás de la iglesia. La cual fue reedificada en 1745, convirtiéndose en la casona barroca más elegante y artística de la villa. La mandaron hacer Don Agustín y su hermano Tomás, ambos presbíteros. La edificaron tres canteros: Joseph de Mendizábal de Labraza, Manuel de Zorrozua de Morga en Vizcaya y Pedro de Zubezar de Mondragón, que falleció durante el periodo de ocho meses que duró su reconstrucción. Valió la obra 2374 reales de vellón, de los cuales se descontaron 82 reales del consumo que los citados canteros hicieronde trigo, vino y aceite. Los curas hermanos les proporcionaron las piedras, cal, arena, agua y andamios que necesitaron.
Beneficiado, cura y comisario de la Inquisición
Algunos miembros de esta familia, que contaba con un notable patrimonio, realizaron estudios eclesiásticos que les permitieron administrar capellanías, ser beneficiados de la iglesia con derecho al cobro de diezmos y primicias y ejercer de párrocos formando parte del cabildo eclesiástico.
Agustín Garín de Lazcano comenzó la vida eclesiástico siendo clérigo de menores ordenes en 1742. Administró la capellanía de Don Jorge Torralba, fundada en el altar del Santo Cristo de la parroquia de Santa María de Viana. Entre los años 1751-1773 fue párroco de Moreda durante veintidós años, período en el que se realizaron en la iglesia las más importantes obras de construcción de retablos, talla de imágenes y de decoración de pinturas murales.
A partir del año 1767 figura como comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Navarra. Su padre, Tomás, fue familiar de la Inquisición. El oficio de familiar del Santo Oficio, ejercido por cristianos "viejos", de buena reputación y miembros del poder local, practicaban la denuncia y control de la población. Los comisarios eran religiosos, a diferencia de los familiares que eran laicos, y hacían las funciones propias del Inquisidor al que representaban en el ámbito rural. No obstante, a pesar del temor que pudieran infundir estos cargos, eran en esta época más de carácter honorífico.
Los frutos recolectados por la iglesia a través del impuesto de los diezmos y primicias (cereales, hilazas, vino, olivas, corderos, cabritos, etc...) eran repartidos entre cuatro beneficiados de la parroquia, dos de entera ración y otros dos de media. Agustín fue beneficiado de entera ración. Los beneficios que obtuvo de las rentas y diezmos de la parroquia fueron muchos, pero el gasto e inversión que hizo en el templo, mandando fabricar imágenes, retablos, pinturas murales, ornamentos, etc. han hecho que hoy hallamos heredado un notable e importante patrimonio artístico y cultural.
Párroco y mecenas de Santa María de Moreda
La iglesia parroquial de la villa de Moreda, tal y como hoy la vemos, fue creada y diseñada a mitad del siglo XVIII por Don Agustín Garín de Lazcano. Motivado por aumentar el culto dívino entre los fieles, fue un auténtico promotor y mecenas de las obras de arte y de la decoración de la iglesia. Ornamentó a ésta de forma vistosa, elegante y esplendorosa.
Agustín ejerció el mecenazgo sobre las obras de arte de la parroquia durante largo tiempo en que estuvo de párroco. Trabajó personalmente en blanquear y listear los muros del templo. Adelantó y prestó dinero para la doración de los retablos. Corrió con los gastos de algunas maderas para hacer retablos y de otras para fabricar andamios y poder pintar la cúpula del crucero y demás paredes y techos abovedados de la iglesia. Y además abonó de su bolsillo un gasto impagable, sufragó el coste de los materiales de pintura (colores y panes de oro) utilizados en la pintura al templo de la media naranja. Asimismo, pagó el salario del pintor dorador Antonio Osorio, y el hospedaje de éste en casa de un vecino de Moreda durante los tres meses que duró la realización de las pinturas murales sobre las pechinas, arcos torales, tambor y gallón de la cúpula del crucero.
El siglo de oro
Hablar de la iglesia de Moreda es hablar de Don Agustín Garín de Lazcano y hablar de este cura es hablar de Santa María de Moreda. Él fue el protagonista principal de su creación. Sin él, hoy, la visión de la iglesia hubiera sido distinta. Al presente vemos y admiramos lo mismo que él ideó, creó y vio hace 250 años.
Agustín se encontró el templo de Moreda ampliado (1698-1704) y con retablos Mayor (1710-1714), del Santo Cristo (1732), de Ánimas (1735) y de Francisco Javier (1738) terminados pero sin dorar. Él continuó el trabajo de los párrocos que le precedieron con ganas y tenacidad. Dicen sus contemporáneos que sin haber terminado una obra había iniciado otra. No conocía la fatiga.
De esta manera, en las dos decadas largas en que desempeñó el crgo de párroco, realizó las siguientes obras artíticas en la iglesia de Moreda, entre otras muchas más: restauró la cúpula del crucero desmantelando la linterna del cimborrio, evitando que con el peso se hundiera (1753), trasladó los retablos de las Ánimas del Purgatorio y el de San Francisco Javier desde la entrada de la iglesia al presbiterio, y restauró la imagen gótica medieval de Nuestra Señora de Moreda (1754), reformó el retablo mayor con la talla de las historias del Juicio y Martirio de las patronas Santas Nunilo y Alodia, y con la talla de las historias dela Enarbolación y Descendimiento de la Cruz (1755), mandó realizar los bajorrelieves policromados y las pinturas murales al temple en las pechinas, arcos torales y caja de la media naranja (1755-1756), construyó los retablos de las capillas de San Miguel y de San Juan Bautista (1754-1760). doró y estofó todos los retablos, así como encarnó y policromó todos los santos (1758-1761), hizo los dos púlpitos rococós (1769), mandó al cantero Manuel Beratua arreglar la torre (1770), realizó el retablo de la Concepción y cinco imágenes más de santos dorando, estofando, encarnando y policromando estas obras de arte (1770-1772), edificó la capilla de la Soledad y trajo la imagen de la Dolorosa de su ermita sita en Santa Eufemia a la parroquia (1771).
La historia de Moreda le recordará como el cura párroco que más ha hecho y se ha preocupado por ornamentar y decorar la iglesia de Santa María de Moreda. Falleció el día 29 de octubre de 1773 a los 63 años. Yace enterrado a los pies del altar mayor.

Revista Berberana número 163
Escrito de José Angel Chasco Oyón

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